Puerto Rico, ha visto una de sus peores
tragedias que ha tenido en su historia moderna.
Me refiero al azote directo del Huracán María entre la noche del 19 de
septiembre y la madrugada y día del miércoles, 20 de septiembre de 2017. Desde el sábado, 16 de septiembre, el
Servicio Nacional de Meteorología en San Juan y el Centro Nacional de Huracanes
con sede en Miami, emitieron la alerta de que Puerto Rico podría ser azotado
directamente por el poderoso fenómeno atmosférico, y por lo tanto, tendrían
que, los puertorriqueños, prepararse para dicho evento.
Tanto
el sábado en horas de la tarde, como el domingo y lunes previo al 19 de
septiembre, el Gobierno Estatal y los municipios, comenzaron los preparativos
con el propósito de esperar el inminente azote del huracán. Hacía menos de una semana que el país había
vivido otra experiencia ciclónica, pero con el paso del huracán Irma; sin
embargo, este fenómeno azotó de manera directa la región nororiental de Puerto
Rico, incluyendo las islas de Vieques y Culebra, provocando serios daños a la
infraestructura, especialmente eléctrica.
Municipios como Loiza, Canóvanas, Río Grande, San Juan, entre otros,
sufrieron daños graves; cientos de residentes perdieron los techos de sus
hogares y con ello sus pertenencias.
El lunes, 18 como el martes, 19 en las horas del día, los puertorriqueños
realizaban sus preparativos en espera de que el huracán María, que venía desde
el Caribe oriental con vientos que superaban las 155 millas por hora, siendo
catalogado como un huracán categoría cinco, disminuyera sus fuerzas y desviara
su ruta bien sea hacia el norte o al oeste que evitara así un impacto directo sobre Puerto Rico. Esta esperanza no ocurrió. La naturaleza es única.
El
martes, 19 de septiembre de 2017, a las 6:00 p.m., los puertorriqueños debían
estar resguardados en sus hogares o refugios habilitados por el estado. En horas de la noche, diría que a eso de las
10:30 de la noche, comenzaron a sentirse en Guayama los primeros vientos que
acompañaban al fenómeno tropical. Yo me
quedé en la residencia de mis padres, también en Guayama. Después de la media noche entre 1:00 y 3:00
de la madrugada del miércoles 20, comenzó a sentirse aún más fuerte el viento,
y luego entre 3:00 y 6:30 de la madrugada, era casi imposible no estar
preocupado por lo que venía para la Isla.
Los
vientos huracanados se sintieron en Guayama con una fuerza extraordinaria. Pienso que el viento superó las más de 150
millas por hora y ráfagas que podrían oscilar entre las 175 y 180 millas por
hora. La fuerza del viento era capaz de
provocar- como provocó- daños catastróficos en Guayama y en el resto de la
Isla. En la residencia pensamos que el
viento abría de dañar la puerta principal de entrada a la misma, ya que era
tanto la fuerza del mismo, que era posible que cediera. Sin embargo, no ocurrió de esa manera.
La
fuerza del viento hacía un susurro espantoso, ensordecedor, era como si mucha
gente estuviera llamando a la puerta para que les abriera la misma. Sonidos, gritos y hasta a veces alguien
llorando, era lo que se sentía en la puerta, tratando de que alguien les diera
albergue. Alguien diría que son las “ánimas
del purgatorio” buscando refugio.
Fueron horas espantosas. Se esperaba que el ojo del huracán tocara tierra en algún punto entre Arroyo y Guayama; sin embargo, a las 7:30 de la mañana del día 20, tocó tierra por Yabucoa, en el extremo más suroriental de Puerto Rico.
Todos los que hemos experimentado la fuerza de un huracán, conocemos la dimensión del mismo en torno a su estructura. Que si el ojo, que si los vientos huracanados, que si los vientos con fuerza de tormenta tropical, que si la marejada ciclónica, entre otros términos, que se utilizan en estos eventos de la naturaleza, se hicieron presentes ante su paso. A mi entender, en la ciudad de Guayama se sintió la llamada calma del huracán, que es el punto por donde el ojo está pasando. Y eso fue así, ya que entre 8:00 y 8:20 de la mañana, hubo una tensa calma que luego arreció con unos vientos en dirección contraria. Aunque no he visto los reportes oficiales de este evento atmosférico- al momento de escribir esta nota- pienso que la presión barométrica en Guayama tuvo que haber sido una de las más baja registrado al paso de este evento atmosférico por la Isla. Igual sucedió en los huracanes San Ciriaco de 1899 y San Felipe de 1928, que hago referencia en mi libro Historia de una ciudad: Guayama, 1898- 1930.
Entre las 10:00 de la mañana y 2:00 de la tarde, los vientos comenzaron a disminuir, muestra de que el fenómeno atmosférico se estaba alejando de la región. Ya a eso de las 4:00 de la tarde, todo indicaba que había salido de la Isla. Al parecer, el ojo, que había entrado por Yabucoa, había salido entre Arecibo y Barceloneta, según escuché en un reporte a eso de las tres de la tarde. Al bajar la intensidad de los vientos, entonces se quedó por un par de horas adicionales la lluvia con más intensidad. De hecho, todo el episodio de vientos huracanados estuvo acompañado de una intensa lluvia. En cuanto a la lluvia, al parecer cayeron en todo Puerto Rico aproximadamente 30 pulgadas. Es un evento sin precedentes.
Sobre el paso del huracán María por la Isla, cabe destacar un elemento que no se puede dejar pasar por alto, y es la desorganización del Gobierno Estatal para enfrentar la emergencia. Le comentaba a mi papá en medio de la emergencia, que extrañaba los informes sobre el huracán que, en otros tiempos, se escuchaba a través de la radio. Recuerdo que bajo la gobernación de Rafael Hernández Colón, durante el año 1989, cuando pasó por la Isla el huracán Hugo, el Gobernador estuvo todo el tiempo en comunicación con los habitantes, utilizando los medios de la radio. Es más, en aquella ocasión los radioaficionados jugaron un papel fundamental en reportar eventos desde distintos lugares de Puerto Rico. De esa manera, se tomaban acciones de alertas de emergencia. Los radioaficionados, en la emergencia provocada por el huracán Hugo en 1989, salvaron vidas y estuvieron constantemente reportando incidencias a los centros de mandos del Gobierno en San Juan. Es más, luego de pasada la emergencia, se sabía con exactitud las condiciones en que habían quedado caminos, carreteras, puentes, servicio eléctrico y de acueductos. Eso no ocurrió en este evento de atmosférico de 2017. Por lo que he escuchado, de muchos municipios a 12 horas de culminar el evento, no se sabía absolutamente nada. En momentos en que escribo, de los municipios del interior de la Isla, se sabe muy poco.
En el evento del huracán María, todos los sistemas de comunicaciones de la Isla se cortaron. Desde teléfonos celulares, líneas residenciales, y más preocupante aún, las radiodifusoras puertorriqueñas, que es el medio por excelencia que acompaña a la gente en estas emergencias, también cayeron todos sus sistemas. Desde antenas de satélites y retransmisores. El miércoles en la mañana, en el instante en que cruzaba por la Isla el fenómeno atmosférico, las únicas emisoras que se mantenían al aire- y que captaba su señal en Guayama- era la WAPA Radio 680 AM San Juan, y a veces la WPAB 550 AM Ponce; la WEXS 610 AM Patillas que, al parecer operaba de manera automática, y además, la emisora Radio Victoria 840 AM de Yabucoa. Todas las que dicen ser “las primeras con la noticia”, y aquellas que dicen estar y que “en el lugar de la acción”, y aquella que cuenta con un señor que dice “y que habla y saca la cara por el pueblo de Puerto Rico y hace las preguntas- y que- por el pueblo de Puerto Rico”, salieron del aire por completo. Esas emisoras radiales que se jactan de ser los primeros en todos, fueron cayendo como un juego de dominó, una a una. Las que mencioné arriba son las que estuvieron en el aire en toda o en gran parte de la emergencia. Y según he escuchado, Radio Isla 1320 AM, con estudios en San Juan, se mantuvo al aire, pero de forma limitada. La radioemisora líder en la emergencia cuando el huracán Hugo fue la WKAQ 580 AM San Juan. Fue muy raro escuchar por la radio los alertas del “Emergency Broadcast Sistem” (EBS) o ahora le llaman el “Alert Emergency Sistem” (AES).
Al fallar el sistema de radiocomunicaciones, el país, pero más preocupante, el Gobierno Central, al parecer no sabía lo que había estaba ocurriendo en lugares tan distantes como: Utuado, Jayuya, Adjuntas, Rincón, Mayagüez, Ponce, Vieques y Culebra. A 24 horas de pasar el evento, no se tenía noticias tampoco del Gobierno Central, ni mucho menos de sus dirigentes. Ni un solo jefe de agencia, ni el Gobernador de la Isla, se había dirigidos a la gente por la única estación radial que había quedado en pie WAPA 680 AM en San Juan. (Luego de un llamado urgente de Luis Penchi, el Gobernador hizo su aparición a los predios de la emisora).
A más de 18 horas de haber salido el ojo del huracán de la Isla, pudo verse el sol. Y con ello, los puertorriqueños pudimos hacer las primeras inspecciones. Yo, por supuesto, en la ciudad de Guayama. Al salir de mi urbanización y ver los destrozos ocasionados por el huracán María al centro histórico de Guayama, mi primera palabra fue ‘devastador’. El huracán destruyó casas antiguas en la Zona Histórica, la Plaza de Recreo Cristóbal Colón de Guayama, lo único que queda es el recuerdo de lo que fue hasta el 19 de septiembre, una plaza hermosa, con árboles frondosos (aunque sigue siendo). Pienso que por lo menos una generación, no podrá disfrutar la plaza como lo hemos disfrutado la actual generación. Vi destrozos en el comercio. Gran parte de la infraestructura eléctrica, está en el suelo. Postes que aguantan el tendido eléctrico, partido por la mitad, tanto de los de cemento y ni se diga los de maderas. Puentes caídos y carreteras inservibles, es parte de la tragedia. He visto muchas casas de madera que se les voló su techo de zinc; estructuras públicas como canchas y parques quedaron por completo destruidas. Una desforestación total, que tardará muchos años en reponerse. Hasta la icónica torre de comunicaciones de la antigua Puerto Rico Telephone Company (hoy Claro) fue derribada por los vientos inmisericorde del huracán. El aspecto de la ciudad es distinto. Sin embargo, la cuadrícula, se mantiene en pie y vigente, como aquellos que la planificaron hace más de 150 años. Está ahí.
Ahora, con la nueva vista de la ciudad, se destaca vibrante, fuerte y con esperanzas de que vuelva a tener su encanto y su brillo, la cúpula del templo Católico. Ese edificio, que se asemeja a los edificios eclesiásticos en Italia, se yergue majestuosa, es el que domina el paisaje urbano de la ciudad, como lo fue en antaño. Es el edificio más alto del centro urbano guayamés, que ahora reclama su atención desde cualquier punto cardinal de la ciudad.
Ciertamente, y no por ser pesimista, la Isla tardará tiempo en levantarse y volver al día anterior al evento. Aun no he llegado a Cayey, pero supongo que la devastación debe ser total.
(Este escrito fue redactado en manuscrito el Domingo, 24 de septiembre de 2017, y completado a las 3:38 p.m.)