No obstante, en 1952, al aprobarse la Constitución del Estado Libre Asociado, dejó en manos de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, la facultad de "[...] crear, suprimir, consolidar y reorganizar municipios; modificar sus límites territoriales y determinar lo relativo a su régimen y función; y podrá autorizarlos, además, a desarrollar programas de bienestar general y a crear aquellos organismos que fueren necesarios a tal fin." (Ver: Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, 1952). Con la aprobación de la Constitución de 1952, la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, asumió un papel protagónico en la vida puertorriqueña, llevando a establecer aquellas políticas públicas más relevantes para el país y, centralizando los recursos en manos del Gobierno Central, a partir de 1952.
Al fijar nuestra mirada hacia la historia, especialmente antes de 1952, nos damos cuenta de la gran cantidad de asuntos que atendían los municipios en sus respectivas jurisdicciones.
Con la aprobación de la ley Foraker, entrado en vigor en mayo de 1900, se estableció una rama legislativa constituida por una Cámara de Delegados y un Consejo Ejecutivo. La Ley dejó en manos de esa Asamblea Legislativa, la consolidación, creación y funcionamiento de los municipios, delegando a estos funciones del día a día municipal. Claro está, se aprobaron nuevas leyes que regulaban la vida municipal. Algunas leyes municipales aprobadas a partir de la Ley Foraker de 1900, encomendaba a los funcionarios municipales y a los alcaldes, a la redacción y presentación de un informe anual, donde señalaran los distintos aspectos atentidos en sus municipalidades. Al término de cada año fiscal, cada Alcalde debía rendir dicho informe detallado, al Gobernador, de sus actividades administrativas.
Resulta interesante el Informe Anual para el Año Fiscal 1916- 1917, que suscribiera el alcalde Genaro Cautiño Insúa, sobre las operaciones del Municipio de Guayama durante aquel año. Tomo como ejemplo de ese informe, los asuntos relacionados a la Beneficencia Municipal. El término "beneficencia", según la Real Academia Española de la Lengua, significa "virtud de hacer bien." Pues eso era lo que realizaba la municipalidad guayamesa en ese momento histórico.
Dicha palabra, aplicado al municipio, la encontramos comunmente relacionado a los servicios de salud brindados a la comunidad; también, puede estar bajo esa actividad municipal, los servicios brindados a los envejecientes o niños. En el esquema municipal, la "beneficencia" estaba vinculado a las operaciones diarias, en el caso de Guayama, del antiguo Hospital Municipal Toribio, construido a un costo aproximado de $13,000 dólares, y que fuera legado a la ciudad por el filántropo español, Pedro Toribio y García. De hecho, hacia el año 1917, a dicho hospital se le estaban haciendo algunas mejoras. Su construcción de acuerdo a los informes de años previos, fue entre los años de 1910 a 1912, durante la incumbencia del alcalde José Muñoz Vázquez.
En cuanto a la beneficencia municipal en la ciudad de Guayama, el Hospital Toribio, hacia el 1917, contaba con una Sala de Operaciones, que según el médico director, A. G. Mehrhof, era conceptualizado "[...] como una de las mejores de la Isla." (Ver: Informe Anual Municipio de Guayama, 1916- 1917, p. 7). Además, contaba con un moderno equipo de Rayos X.
Hospital Toribio de Guayama, c. 1918
Durante aquel año fiscal 1916- 1917, el Hospital Toribio había admitido a 406 enfermos. De estos, 258 habían sido curados; 90 fueron clasificados bajo el término "incurables", y 58 habían fallecidos. De acuerdo a las estadísticas del Hospital Toribio, en la municipalidad de Guayama, las enfermedades tratadas en dicha dependencia, eran: Paludismo, con 44 casos; Tuberculosis Pulmonar, 25 casos; Nefritis Crónica, 35 casos; Sífilis, 42 casos; Disentería, 24 casos; entre otras 107 condiciones de salud que aquejaban a los guayameses que solicitaban servicios al hospital. A parte, se habían realizado 90 operaciones de "Alta Cirugía" y 50 de "Cirugía Menor", por lo que suponemos que la afluencia de pacientes a este único hospital local era continua.
Todas estas atenciones brindadas a la ciudadanía de Guayama hace un siglo, se hacía con un presupuesto asignado por el Concejo Municipal de Guayama para dicho año fiscal de $3,886.82. De esta cantidad, se destinaría $1,643.99, para el salario del personal, incluyendo los médicos; $2,010.18, para la manutención de enfermos y empleados internos; y la cantidad de $141.80, para ropa y útiles. Cabe destacar que el Hospital Toribio, había recibido ingresos que llamaban "de pudientes" que ascendía a la cantidad de $772.00, que de acuerdo al Informe de Beneficencia, "[...] había sido mucho mayor que el año anterior." (Ver: Informe Anual 1916- 1917, p. 11).
Los esfuerzos realizados por los funcionarios de la Beneficencia Municipal de Guayama para el año 1917, había sido también con la cooperación de otros médicos y la filantropía de "[...] damas y caballeros de esta localidad, quienes han hecho algunos donativos en beneficio de la clase desheredada que se asila en este establecimiento." (Ver: Informe Anual 1916- 1917, p. 12). De acuerdo al practicante administrador del Hospital Toribio, Antonio López Comas, personalidades de la ciudad como Monserrate Cautiño (esposa del alcalde Cautiño Insúa); la viuda de Carlos McCormick, la señora Vázquez de McCormick; y hasta el propio alcalde Genaro Cautiño Insúa, habían aportado para el desarrollo del Hospital Toribio, en especial de su Sala de Operaciones.
En el mismo Informe Anual 1916- 1917, el médico de beneficencia a cargo de la Primera Demarcación, Tomás Domínguez, informaba que en su área de atención, que "[...] el estado general de la salud pública no ha sido muy favorable." (Ver: Informe Anual 1916- 1917, p. 14). El médico atribuía a enfermedades como la malaria, fiebre tifoidea, tuberculosis y enfermedades del sistema digestivo como las más "[...] frecuentes y en su mayoría reinantes." (Ver: Informe Anual 1916- 1917, p. 14). Otras condiciones señaladas en el informe de este médico en su área de demarcación lo era la viruela, variloide, varicela y el sarampión, catalogando a esta última como una verdadera epidemia.
No conforme con estas condiciones sanitarias del campesinado y obreros de Guayama, la tuberculosis, al parecer, hacía estragos en la zona urbana de la ciudad. Mientras que la uncinariasis (que en el mismo informe reportaba la atención de casos en el Hospital Toribio), era común en la zona rural hacia el norte de la ciudad, particularmente en los barrios y sectores de Guamaní, Carite, Culebra y los Cafeítos de Guayama. El doctor Domínguez, había sustituido como médico de esta Primera Demarcación al doctor José Ma Muñoz, en abril de 1917. De los datos brindados en el informe por el doctor Domínguez, hasta abril de aquel año, el doctor José Ma Muñoz, había asistido a un total de 10,490 pacientes y que las condiciones que aquejaban a los ciudadanos de aquella zona eran: la malaria, fiebre tifoidea, uncinaria, tuberculosis y la enteritis "[...] en sus diferentes formas." Dicho médico había atendido desde el 1 de julio de 1916 hasta el 11 de abril de 1917 a 10,490 pacientes con diferentes condiciones. Por supuesto, la cantidad allí informada, muy posiblemente, se repitan pacientes; es decir, cada vez que acudían a la oficina médica se contaba dicha visita. Por el doctor Domíguez, desde abril hasta junio de 1917, había atendido un total de 2,394 pacientes.
En cuanto a la Segunda Demarcación, en la que estaba dividida la ciudad de Guayama para la atención médica de sus ciudadanos, el doctor José González, también médico de beneficencia municipal, informaba de un dato que llama la atención y que no podemos dejar de lado. Señalaba el doctor González, que si bien es cierto que la ciudad de Guayama había progresado, había observado que iba en aumento la llamada "población flotante", "[...] propia de las grandes ciudades." (Ver: Informe Anual 1916- 1917, p. 12). De acuerdo al médico González, dicha "población flotante", constaba de "[...] trabajadores que van de pueblo en pueblo en busca de trabajo haciendo sus mayores paradas en las ciudades grandes donde solicitan como único refugio cuando se enferman, la Beneficencia Municipal [...]". (Ver: Informe Anual 1816- 1917, p. 12). El asunto de la movilidad social es uno interesante, ya que sabemos por los censos poblacionales, que entre los años de 1910 y 1920, la población en Guayama creció en un 10%, coincidiendo, precisamente, con el auge de los sembradíos de caña de azúcar en las poblaciones costeras. Mientras que en la zona cafetalera había una modesta reducción de trabajadores.
Vista de la ciudad de Guayama, c. 1918
En fin, en este Informe Anual del Gobierno Municipal de Guayama, presentado por el alcalde Genaro Cautiño Insúa, para el año 1917, en cuanto a los asuntos de la Beneficencia Municipal se refiere, podemos observar una ciudad con su hospital que al menos contaba con recursos para sus operaciones como lo era la Sala de Operaciones y las de Rayos X, así como el personal que atendía a la población.
De igual manera, los médicos en este informe hacían observaciones en cuanto a lo que debería ser la buena marcha en los servicios de Beneficencia Municipal, así como la atención de sus pacientes.
Ciertamente, el municipio se esmeraba en la atención de sus ciudadanos. Sus operaciones, aunque complejas, brindaban las herramientas para la atención a la población. Cuando el estado comenazó a tener más control de los asuntos del país, y a centralizar algunos servicios que brindaba el municipio, este dejó dejó de tener preeminencia; más aún, desde el año 1993, en adelante y hasta la actualidad, se ha perdido el norte en cuanto a servicios básicos como la salud que brindaba el municipio en un momento dado. Los municipios antes de 1993, se preocupaban por tener ambulancias, las mejores salas de emergencias, las mejores facilidades, algo que hoy día ya mucho no podrían por lo complejo del sistema de salud.
Estos acontecimientos que aquí presento, son parte de esa historia social de la ciudad de Guayama.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario