viernes, 18 de marzo de 2016

Miguel Hernández Agosto: mis recuerdos de un gran líder

En la mañana de hoy viernes, 18 de marzo de 2016, Puerto Rico recibió la triste noticia del fallecimiento de uno de los hombres más prolíficos en la política puertorriqueña en el último cuarto del pasado siglo.  Me refiero al ex presidente del Senado, Miguel Hernández Agosto.  Tuve el privilegio de conocer a don Miguel, para allá a finales de la década de 1970, cuando fungía como Presidente del Partido Popular Democrático; había sustituido a Rafael Hernández Colón en la presidencia del partido, para que el ex gobernador pudiera redactar un documento que titularía La Nueva Tesis, que era planteamientos y reflexiones sobre el futuro del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

En esa época, yo tenía apenas 10 años; y mi papá era miembro de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, en representación del antiguo distrito representativo número 30 de Guayama- Patillas, en su segundo cuatrienio consecutivo.  En esas gestas con papi, es que conocí a Miguel Hernández Agosto.  En 1979, papi fue electo Vice- Presidente del Comité Municipal del Partido Popular Democrático de Patillas, en unión a José Juan (Cheguan) Latalladi Bernier, como presidente y candidato a alcalde en las elecciones de 1980. Fue una campaña dura, la recuerdo muy bien, donde el incumbente era Benjamín Cintrón Lebrón, un joven que había logrado la victoria para la alcaldía en 1976- por el Partido Nuevo Progresista- en medio de una división profunda en el seno del Partido Popular Democrático de Patillas.  Aún así, en las elecciones de 1976 papi ganó, perdiendo el Partido Popular los municipios de Maunabo, Patillas y Arroyo.  Una gran victoria donde la gente supo establecer distancias de los buenos líderes que venían al verdadero servicio público.

Recuerdo en esas gestas conocer a don Miguel.  Su figura era imponente.  Su verbo, aún más, un orador de primera.  Las elecciones de 1980, recuerdo muy bien, papi había decidido buscar un tercer término como representante.  Y nosotros ahí nuevamente.  En en este proceso que tuve la gran oportunidad de estar en conversaciones interminables, en caminatas largas, en caravanas, en mítines de mucha gente, donde estaba presente don Miguel Hernández Agosto.  Lo recuerdo en caminatas en el barrio Corazón y Olimpo de Guayama; en caminatas y mítines en los barrios de Los Pollos y Quebrada Arriba de Patillas; en Yaurel de Arroyo, y en Maunabo, donde don Miguel tenía un gran interés en recuperar aquel municipio que se había perdido en las elecciones de 1976.

Desde esa edad de 10 años, conocí el pensamiento de don Miguel.  Luego de finalizada muchas de esas actividades, se invitaba a don Miguel a una cena en casas de líderes de barrio del partido, y en muchas de estas participé y pude apreciar y distinguir tan figura importante en nuestro país.  Aún más, el saber que había sido parte del gabinete de los gobernadores Luis Muñoz Marín y Roberto Sánchez Vilella; pero, más todavía, el haber sido el sucesor de Muñoz en el Senado en el 1970, era un bálsamo de experiencias extraordinarias.  Estaba frente a un líder.

Aquella elección de 1980, ha sido una de las más controversiales en nuestra historia política.  Don Miguel, logró ganar el control del Senado de Puerto Rico.  Ganó los distritos de Guayama, Ponce, Mayaguez, Arecibo y Humacao.  Y en gran medida, las victorias en las casas alcaldías de Guayama, Patillas y Maunabo, se le debe a la elaboración de estrategias inteligentes que él supo manejar para recuperar esos ayuntamientos.

En aquellas campañas don Miguel dialogaba mucho conmigo; y a mi edad, para mi fue interesante.  Quería escucharme, que yo podría decir sobre la campaña, entre otros.  Pues algo que el muy bien supo fue el escuchar.

Posteriormente, como Presidente del Senado de Puerto Rico, nos encontramos en muchas batallas y en resultados victoriosos.  Cuando papi decidió correr para Senador por el Distrito de Guayama en 1988, en aquella campaña eleccionaria, nuevamente pudimos conversar; pero también nos encontrábamos en el intermedio de 1985 a 1988, cuando papi era Administrador del Fondo del Seguro del Estado y él continuaba como Presidente del Senado.  En aquella ocasión recuerdo su campaña para presidir el Comité del Partido Demócrata en Puerto Rico, primarias cuyo contrincante lo era Carlos Romero Barceló.  En aquella ocasión, acompañé a él y a papi, por los pueblos del distrito de Guayama en campaña.  Logramos aquellas victoria, y nuevamente hablamos muchísimo sobre el país.  Ya estaba en la universidad y llegaba a los veinte años.

Hago este recuento, gratísimo por demás que viene a mi memoria, porque conocí del don de gente de don Miguel.  Hombre que se preocupó por el servicio al país; el país primero por encima de todo, como habría dicho también otro ex presidente del Senado, Antonio R. Barceló, en la década de los 1920.

El alcalde de Guayama, Eduardo E. Cintrón Suárez, siempre hace este cuento histórico.  Recuerda mi querido amigo Eduardo, que en una actividad del Lcdo. José Alfredo Hernández Mayoral, celebrado en Mayaguez, cuando fue a lanzar su candidatura a Comisionado Residente de Puerto Rico en Washignton en 1999, don Miguel fue la persona que presentó al Lcdo. Hernández Mayoral.  Y en su discurso, don Miguel, me mencionó como uno de aquellos jóvenes que él consultaba sus pasos políticos y su pensamiento.  En aquella ocasión, yo tuve la oportunidad de escuchar ese discurso por radio desde mi hogar en Guayama. Un discurso intersante por demás y aleccionador.

La última vez que saludé a don Miguel, fue en el homenaje que en abril del pasado año le rindiera el Senado de Puerto Rico.  Allí, le pude entregar mi libro Historia de una ciudad: Guayama, 1898- 1930.  Fue la última conversación que tuve con él.

Para mí fue un verdadero honor conocerle personalmente, y ser admirador.

Hoy, Puerto Rico pierde a un gran hombre.  Un cooperativista, un maestro, un defensor de la escuela pública y de las instituciones del país; pero más que todo, un hombre de avanzada.  Supo reconocer los errores del pasado y rectificarlo, por eso dialogaba con la gente.  Esa fue su grandeza para con este país.  Un puertorriqueño nato.  Nunca vendió a su país ni a sus instituciones.  

La historia recogerá su obra para las futuras generaciones.

En paz descanse mi querido amigo Miguel Hernández Agosto.